martes, 21 de septiembre de 2010

Psicoanálisis, pseudociencia con prestigio.

https://psiquiatrianet.wordpress.com/2009/10/13/psicoanalisis-pseudociencia-con-prestigio/

Psicoanálisis, pseudociencia con prestigio.

Psicoanálisis, pseudociencia con prestigio. 
El psicoanálisis se presenta a sí misma como una teoría y una técnica terapéutica. Sería aceptable como teoría si fuera suficientemente verdadera y como técnica si mostrara resultados contrastables (eficacia). Para que sea considerada una ciencia debería ser sometida al rigor del método científico, sin embargo el psicoanálisis no ha conseguido pasar esta prueba.
Las tesis que sostiene el psicoanálisis son extrañas a la psicología, la psiquiatría y la biología, y a veces contradicen postulados de éstas. Por ejemplo, el psicoanálisis no encaja en la teoría del aprendizaje que es parte de la psicología. La proposición de la existencia del inconsciente no tiene base en la genética. La afirmación de que la agresividad es instintiva y universal, contradice lo que afirman la antropología y la etnología. La hipótesis llamada "complejo de Edipo" está, también en contradicción con la antropología. Al ser estas cosas puntos importantes y fundamentales dentro de del psicoanálisis hace que ésta no pueda apelar a otras disciplinas científicas para validar la propia. Por lo tanto se la presenta como una alternativa a la ciencia.
Las hipótesis psicoanalíticas son de dos clases: contrastables e incontrastables por medios empíricos. Algunas proposiciones del psicoanálisis no pueden ser contrastadas, por ejemplo, la existencia de entidades extracorpóreas como el ego, el yo y el superyó; la sexualidad infantil, el sueño como una regresión al seno materno, etc. La hipótesis de la represión es incontrastable, porque algo reprimido, tal como un trauma infantil o el complejo de Edipo, no se distingue empíricamente de algo que no existe. Por tanto, por definición de "ciencia" las hipótesis incontrastables no son científicas. Ergo, la parte incontrastable del psicoanálisis no es científica.
"El psicoanálisis está en el mismo bote que la parapsicología, con el agravante de que los psicoanalistas no hacen experimentos y cobran consulta. En primer lugar el psicoanálisis, al igual que la parapsicología, involucra el dualismo psiconeural, es decir, la tesis de que la psique es inmaterial y, más aún, puede actuar sobre el cuerpo, por ejemplo, causando dolencias psicosomáticas. Semejante dualismo choca con la psicología fisiológica y mantiene a la medicina psicosomatica en una etapa precientífica. La medicina psicosomática cientifíca no es sino psiconeuroendocrinoinmunología: explica las llamadas 'somatizaciones' como efectos de procesos cerebrales que interactúan con procesos musculares, endocrinos o inmunes." (Bunge, 1989).
Las proposiciones que sí son contrastables rara vez están validadas por estudios serios, usando técnicas rigurosas de contrastación como el análisis estadístico, y de las pocas veces en los que ese tipo de estudio se llevaron a cabo, dieron como resultado el fracaso de dichas proposiciones.
Ejemplos de esto último.
  • La conjetura de que todo sueño es la satisfacción de un deseo ha sido contrastada preguntando a sujetos con necesidades urgentes y objetivamente conocidas, como la sed, el contenido de los sueños; resultado: hay muy escasa correlación entre las necesidades y los sueños.
  • Según la hipótesis de la catarsis, la contemplación de films que exponen comportamientos violentos debería tener como resultado una descarga de agresividad; la experimentación científica ha mostrado el resultado contrario (R. H. Walters y otros cientificos, 1962).
  • Estudios sistemáticos (W. H. Sewell, 1952, y M. A. Strauss, 1957) han destruido la tesis psicoanalítica de que existe una correlación relevante entre las primeras costumbres de alimentación y excreción, por un lado, y rasgos de la personalidad por otros.
  • Formando grupos para estimar la influencia de la terapéutica psicoanalítica en la neurosis, no se ha encontrado influencia favorable alguna, pues el porcentaje de curaciones estaba algo por debajo del porcentaje de curaciones espontaneas o efecto placebo (resultados de H. H. W. Miles y otros experimentadores, 1951, de H. J. Eysenck, 1952, y de E. E. Levitt, 1957); en cambio, la técnica científica de recondicionamiento tiene éxito en la mayoría de los casos (J. Wolpe, 1958).
A pesar de que algunas hipótesis del psicoanálisis son contrastables empíricamente, como se muestra en el párrafo precedente esto no lleva a inducir a que el resto de las hipótesis, y con ello toda la teoría psicoanalítica, sea contrastable. Por ejemplo: si el análisis del contenido de un sueño no muestra que ese sueño es la satisfacción imaginaria de un deseo, el psicoanalista dirá que eso solo prueba que el sujeto ha reprimido enérgicamente su deseo, el cual está por tanto más allá del control del terapeuta. Igualmente, una persona que no presente complejo de Edipo, el psicoanalista dirá que lo tiene muy reprimido, tal vez por temor a la castración. Lo que se obtiene al final es una teoría no falsable, esto es, la idea de que si un fenómeno está explicado por la teoría, ésta es válida y si no lo está, es que el fenómeno no ocurrió como aparece. La teoría nunca es incorrecta. Lo cual va en contra del método científico.
Por otro lado, las estadísticas existentes muestran que el tratamiento psicoanalítico es ineficaz en el mejor de los casos; en cambio, los tratamientos científicos de los mismos trastornos, mediante terapia de la conducta, drogas o cirugía, son eficaces en un alto porcentaje.
Otro ejemplo es la hipótesis psicoanalítica de que la personalidad adulta está determinada únicamente por el tipo de entrenamiento precoz del control de los esfínteres: el entrenamiento severo produciría individuos de carácter "anal", y el permisivo individuos de carácter "oral". Estudios cuidadosos han mostrado que no hay correlación entre las dos variables. Pero aunque no hubiese habido tales estudios, desde el punto de vista conceptual la partición de las personalidades entre anales y orales es grosera y deja de lado rasgos importantes tales como la prosocialidad y la antisocialidad, la introversión y la extroversión, la laboriosidad y la facilidad de aprendizaje. La propiedad misma de ser "anal" u "oral" es imaginaria.
El psicoanálisis elimina indiscriminadamente no sólo la evidencia en contra de la teoría psicoanalítica, sino que además se resiste a la crítica llegando incluso a explicar esa crítica desfavorable como una resistencia por parte del crítico, confirmando así la propia teoría, es decir, se reinterpretan los hechos para encajarlos en la teoría, lo cual, una vez más está en contra del método científico. Por lo tanto, ni la argumentación, ni la experiencia (observación de los hechos) pueden falsar la teoría psicoanalítica, se concluye entonces que estamos ante un dogma y no una proposición científica. Para el psicoanálisis no hay escenario posible en el cual la teoría pueda ser demostrada falsa (Popper).
Siguiendo esta línea de razonamiento estudios empíricos llevados a cabo en torno a la puesta a prueba de la validez de los postulados psicoanalíticos y al ver que no se obtienen los resultados esperados, se pide una postergación de la condena definitiva del psicoanálisis hasta tanto no aparezcan datos empíricos favorables al mismo. En otras palabras, se pide que se suspenda el juicio a pesar de los datos en contra con la esperanza de que algún día, en algún momento, alguien, realice un experimento que confirme la hipótesis.
En vista de esto algunos defensores del psicoanálisis para evitar el estigma del mote "pseudocientífico" es adquiriendo otro: sosteniendo, como lo hacen Lacan y sus discípulos, es que el psicoanálisis no tiene pretensiones científicas, pues pertenece a la psicología "humanista" o incluso a la retórica. Lo cual sería válido pero con ello admiten que el psicoanálisis carece de poder terapéutico alguno.
Los análisis críticos que ha suscitado el psicoanálisis pueden agruparse en tres categorías:
Metodológicas: enunciadas por teóricos de la ciencia que intentan demostrar que no se trata de una teoría; hipótesis imposibles de verificar mediante datos empíricos y no emplea métodos científicos para justificarlas.
Sustantivas: algunas de las afirmaciones enunciadas, por ejemplo, sobre el contenido de los sueños o la agresión, han sido rechazadas por investigaciones psicológicas realizadas hasta nuestros días.
Estadísticas: los estudios llevados a cabo, generalmente sin la colaboración o incluso con la oposición de sus practicantes, no pueden demostrar que se trate de una terapia eficaz. El tratamiento psicoanalítico no supone ninguna mejora sobre la tasa de remisión espontánea (sin tratamiento) de las neurosis (Eysenck).
No ha habido muchos experimentos para poner a prueba las fantasías psicoanalíticas, y los pocos que hay, han sido diseñados y ejecutados por no psicoanalistas. El psicoanálisis sostiene el dualismo psiconeural, la hipótesis del alma inmaterial (dividida en yo, superyó y ello) es incontrastable en el mejor de los casos, y en el peor, choca con el monismo psiconeural inherente a la psicología fisiológica. Al estudiar psicología, en particular psicología fisiológica, nos damos cuenta de que el psicoanálisis, adopta una posición dualista frente al problema mente-cuerpo. Esta posición no es original de Freud, es tan vieja como la religión, el psicoanálisis sigue la corriente dualista iniciada por Leibniz, quien sostenía que los procesos mentales y los procesos biológicos eran paralelos entre sí. Cada vez que uno pensaba una idea, ocurría algo en el cerebro, es decir la mente y el cerebro están sincronizados: la mente va por su lado y el cerebro por el suyo. Son paralelos, como dos relojes independientes pero sincronizados. No se entiende por qué son sincrónicos ni tampoco por qué un cerebro que presenta circunvolución nos confiere alguna superioridad. Si la mente no necesitara del cerebro, nos convendría tener un cerebro pequeño, que se ocupara de regular los movimientos y la temperatura, en lugar de tener un órgano que gasta el 30 por ciento de las energías que consume el cuerpo.
Con la llegada de los psicofármacos a la psiquiatría podemos ver que hay una correlación directa entre la modificación de la química del cerebro y la reacción del individuo contradiciendo el dualismo propuesto por Leibniz a la vez que sostiene el monismo científico. Como respuesta a esto, el psicoanálisis ha insistido en que su disciplina solo intenta "curar el alma". Dejando patentemente claro su carácter pseudocientífico.
 Karla Nahmmacher - Diego Romero - 6 de septiembre del 2006.
Referencias:
1.       
  • Mario Bunge: "La ciencia, su método y su filosofía" (Nueva Imagen, México / Ediciones Siglo Veinte, Buenos Aires).
  • Ludwig Wittgenstein: "Investigaciones filosóficas". México, UNAM, 1988. ISBN: 970-32-0705-7.
  • Karl Popper: "La Lógica de la Investigación Científica", 1934.
  • Hans Eysenck: "Decadencia y caída del imperio freudiano", 1985
  • Adolf Grünbaum: "The Foundations of Psychoanalysis". Berkeley, University of California Press, 1984. "Validation in the Clinical Theory of Psychoanalysis: A Study in the Philosophy of Psychoanalysis", 1993.
  • Michael Shepherd: "Sherlock Holmes and the Case of Dr. Freud" ISBN: 0422799904.
  • García i Sevilla: "Análisis del Psicoanálisis" ISBN: 8472830756

martes, 10 de agosto de 2010

Apuntes sobre la busqueda .pdf (application/pdf Objeto)

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Apuntes sobre la búsqueda de una epistemología sin imposturas
Luis Carlos Silva Ayçaguer
Investigador Titular.
Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana.

El trabajo reflexiona a modo de ensayo acerca de cuestiones filosóficas desdeñadas o ignoradas en buena parte de la investigación práctica, la docencia o la comunicación social de la ciencia.
Se sostiene y fundamenta que imposturas y oportunismos diversos se deben al
menos parcialmente a ello.
Se realiza una breve reseña histórica sobre perniciosas tendencias relacionadas con el estructuralismo que desembocaron en los últimos años del siglo XX en el llamado posmodernismo.
Énfasis especial recibe el examen detallado del famoso incidente académico protagonizado por el físico Alan Sokal hacia mediados de los 90 que es aprovechado para sacar conclusiones de aliento más general que deberían ser contempladas por los investigadores biomédicos y de la salud pública con el fin de apropiarse de una epistemología eficiente, una comprensión cabal del papel de la sociología del conocimiento y un acrisolamiento de la ética de la investigación y de la labor intelectual en general.
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lunes, 26 de julio de 2010

LA PSICOLOGÍA CIENTÍFICA Y LAS PSEUDOPSICOLOGÍAS

Por Carlos J. Álvarez Glez

La Psicología científica.

La Psicología nace como ciencia en el siglo XIX. Es un momento apasionante donde sesudos filósofos del conocimiento y de la mente convergen con eminentes fisiólogos, intentando despojar al estudio de lo mental de la especulación y la metafísica, para así colocarlo junto a las otras ciencias objetivas. La psicofísica, representada por investigadores como Weber y Fechner intenta medir cuantitativamente lo mental y establecer un puente entre lo físico y lo psicológico. Se rompía de esta forma el viejo dualismo cartesiano según el cual la mente era inabordable por la Ciencia. Llegaron a establecer leyes y fórmulas matemáticas que indicaban cuánto debía aumentar o disminuir una magnitud física concreta (vg. el peso de un objeto) para que el sujeto notara el cambio (la sensación). Es probablemente la primera vez que un proceso mental se mide objetivamente y de forma cuantitativa. Muchas de sus ideas y métodos continúan vigentes en la actualidad.

Luego sería Wilhelm Wundt el que establecería el primer laboratorio de Psicología en Leipzig, Alemania, y daría nombre y “certificado de nacimiento” a la nueva disciplina científica. Desde ese momento, los avances en el conocimiento empírico de nuestros procesos mentales y nuestra conducta fueron imparables. Desde un enfoque correlacional, diferente al experimental de Wundt, surgen los tests y la psicometría, que cuantifican y miden numéricamente factores que hasta ese momento pertenecían al ámbito de lo especulativo, tales como la personalidad o la inteligencia. Los avances estadísticos realizados en este periodo por psicólogos como Pearson o Galton alcanzaron a todas las disciplinas científicas.

La aventura continúa en el siglo XX, donde la Psicología Conductista norteamericana (previamente influida por Darwin y la teoría de la evolución) y la Psicología soviética coinciden en sus planteamientos experimentales y epistemológicos positivistas para alinear a la disciplina dentro de las ciencias naturales. La influencia de un fisiólogo como Pavlov, quien descubrió el reflejo condicionado por casualidad cuando estudiaba los jugos gástricos animales, es innegable. A pesar de los avances del siglo anterior, se niega en este momento la posibilidad de estudiar todo aquello que no se pueda observar y medir, reemplazando como objeto de estudio la mente por la conducta. La introspección como técnica para el análisis de los procesos mentales había entrado en crisis, llevando a la Psicología Experimental a un callejón sin salida.

A mitad de siglo, sin embargo, y debido en buena parte a la aparición de los ordenadores y la computación, aparece la Ciencia Cognitiva, fruto de la convergencia multidisciplinar entre psicólogos, matemáticos, técnicos en computación, ingenieros, neurofisiólogos, filósofos de la mente y lingüistas. En este momento, y gracias a la noción de cómputo, la Psicología Cognitiva recupera el estudio de los procesos mentales pero heredando del Conductismo sus métodos experimentales y la idea de que sólo se puede hacer ciencia a partir de lo empírico y objetivo.
Y así llegamos a nuestros días, donde la Psicología Cognitiva, de mano con las Neurociencias, dibuja un futuro cercano donde los avances en la comprensión de nuestra mente y de nuestro cerebro serán espectaculares. En el campo aplicado, la convergencia de planteamientos conductuales y cognitivos ha dado lugar a técnicas para resolver problemas individuales o sociales y a terapias científicamente probadas, de forma similar a como se hace en farmacología o en la medicina (vg. metodologías de doble ciego, asignación al azar de sujetos y análisis estadísticos inferenciales).

Las pseudopsicologías

En paralelo con esta emocionante empresa, asistimos perplejos a la proliferación de multitud de pseudopsicologías o “psicologías alternativas”, de tintes posmodernos y New Age que, por un lado, niegan y rechazan el método científico, y por otro, intentan hacerse pasar por “ciencias”. Algunas de estas pseudopsicologías son las siguientes:

1) Parapsicología. El hecho de que la palabra psicología se encuentre en el mismo puede llevar a engaños, algo muy similar a lo que ocurre con los términos astronomía (ciencia) y astrología (pseudociencia). La parapsicología no es ninguna rama ni especialidad de la psicología, ni se imparte como materia en ninguna universidad española. Es cierto que se han realizado experimentos, sobre todo en EE.UU. y en el Reino Unido (en Edimburgo existe un laboratorio de parapsicología en la propia facultad de Psicología), que supuestamente han encontrado evidencia de ciertos fenómenos paranormales como la telepatía o la telequinesis (mover objetos con la mente). Entre ellos cabría citar a Rhine, uno de los fundadores de la parapsicología, Levy, Targ, Puthoff y muchos otros, incluyendo a los más actuales, por ejemplo Honorton y sus experimentos ganzfeld. El ganzfeld es un campo visual y perceptivo homogéneo bajo el cual los sujetos intentan usar sus poderes psíquicos para describir un dibujo u otro estímulo visto por el “remitente” en una habitación distante. De acuerdo siempre a sus autores, parece que esta nueva técnica está dando resultados prometedores. Sin embargo, son muchas las críticas de tipo metodológico y estadístico realizadas por investigadores escépticos como los psicólogos Stokes, Hyman, Alcock y Wiseman.

Lo que diferencia a la parapsicología, incluso a la crédula, de otras pseudociencias es que comparte con la ciencia en general y con la Psicología en particular la idea de que el método científico es la mejor vía para la comprensión del mundo, incluidos los supuestos fenómenos paranormales. Y también es preciso reconocer que algunos parapsicólogos son honrados y poseen una buena formación experimental y estadística. Otra cosa bien distinta es que su deseo y ansia por encontrar evidencia de poderes extrasensoriales muchas veces les pierda. Y es que su objetivo de establecer una base científica para la fenomenología paranormal sigue igual ahora que hace veinte años. La mayor parte de sus resultados son imposibles de reproducir (algo fundamental en ciencia) y han sido puestos en entredicho por la Psicología científica debido a sus sesgos y errores metodológicos. Algunos han sido simplemente fraudes. Por otro lado, no existen modelos teóricos para explicar los datos. La definición misma de Percepción Extransensorial o de cualquier otro supuesto fenómeno paranormal es puramente descriptiva (no explicativa, algo también fundamental en ciencia) y se basa en una negación: aquella percepción que NO se realiza a través de los sentidos. Por otro lado, y esto resulta lamentable, la mayoría de personas que se autocalifican como parapsicólogos no poseen ninguna titulación universitaria ni formación investigadora alguna.

2) La terapia de regresión tiene influencias de corte psicoanalítico y fue creada en el siglo XIX por Pierre Janet y hoy es célebre gracias al psiquiatra Brain Weiss. La denominada regresión terapéutica es una técnica según la cual podemos volver hacia atrás en nuestros recuerdos, acceder a experiencias pasadas, para poder cambiar contenidos de tipo inconsciente que penetraron en nuestra mente y que son la causa de muchos males presentes. Según defensores de esta terapia, lo que recordamos no es necesariamente lo que ocurrió, algo constatado de sobra por la Psicología científica, sino una representación de nuestro inconsciente. Resulta curioso que una terapia de corte psicoanalítico como ésta reconozca la falsedad de los recuerdos. Sin embargo, su explicación de lo que se recuerda es aún más curiosa: contenidos inconscientes. Resulta mucho más parsimonioso hablar de falsos recuerdos susceptibles de ser inducidos por la propia terapia que de contenidos inconscientes, como ha demostrado en multitud de experimentos la Psicología Cognitiva y que veremos posteriormente. Éste es, a mi modo de ver, uno de los peligros mayores de este tipo de terapias: confundir recuerdos reprimidos con recuerdos inducidos o falsos.

3) Pero la lista de psicologías alternativas que nada tienen que ver con el estudio responsable de la mente es interminable. Algunos ejemplos actuales y que podemos encontrarnos con cierta frecuencia son los siguientes: la anteriormente mencionada terapia holística, la psicología holística, el análisis transaccional y la psicología transpersonal. Estos tres casos constituyen un grupo de sistemas de diagnósticos y tratamientos en los que se mezclan conceptos psicológicos con otros absolutamente esotéricos, pseudocientíficos, irracionales cuando no delirantes. Estas pseudopsicologías se caracterizan por el empleo de términos ligados a la Nueva Era como crecimiento personal, espiritualidad, el verdadero Yo interior, etc. así como su capacidad para relacionar todo con todo. Sus conexiones con el esoterismo y lo paranormal quedan patentes cuando, en sus publicaciones y páginas web encontramos que es normal hablar de ceremonias chamánicas, conexiones cádmicas, vidas anteriores, etc. En fin, se trata de un cóctel que produce vértigo, donde se mezcla la reencarnación, la influencia de los astros, los poderes mentales, la parapsicología y curiosamente, casi nada de Psicología.

4) Otra pseudopsicología es la programación neurolingüística (PNL), cada vez más popular. Este caso es especialmente delicado desde nuestro punto de vista ya que su nombre suena a disciplina científica: igual que la neuropsicología es una disciplina científica que estudia el sustrato biológico o neurológico de las capacidades mentales, se podría pensar que la PNL tiene algo que ver con la neurolingüística, que estudia las bases biológicas del lenguaje. Nada más lejos de la realidad. La PNL surge en los años setenta de la mano de un profesor de lingüística, John Grinder y de un estudiante de Psicología, Richard Bandler. Uno de sus postulados fundamentales es que los movimientos del cuerpo y la manera de respirar son indicadores claros de cómo las personas piensan. Por ejemplo, un pensador visual (signifique eso lo que signifique) respira a la altura del pecho, mientras que uno auditivo lo hace entre el pecho y el abdomen. La forma en que miramos también refleja lo que pensamos. Otra premisa básica de la PNL es que las palabras que usamos reflejan la percepción interna e inconsciente de nuestros problemas. Si estas palabras y percepciones son inadecuadas y las seguimos utilizando, los problemas persistirán. Si elimináramos lo referente a lo inconsciente y a las palabras, esta última premisa no sería descabellada, y de hecho es la base de las terapias conductual-cognitivas, que emplean tratamientos empíricamente validados y que constituyen la orientación mayoritaria en Psicología clínica. El problema es que enseguida comprobamos cómo se mezclan procesos mentales que son psicológicamente distintos y que la PNL utiliza de forma indiscriminada: hablan de aptitudes, de percepciones, de palabras y frases, de imágenes mentales o de procesos cerebrales como si todo fuera lo mismo. Pero, de nuevo, lo que termina de ubicar a la PNL es el empleo de conceptos y términos Nueva Era como cómo ser felices, desarrollo personal, la magia del cambio, despertando el poder, etc. Sus conexiones con las orientaciones “holísticas” son explícitas, como puede verse en sus links con parapsicología, medicinas alternativas, reiki, shiatsu y todo el entramado genuinamente New Age. Algunos psicólogos científicos, como Cross y colaboradores, sometieron algunos de los postulados fundamentales de la PNL a comprobación empírica. Los resultados de uno de los experimentos no mostraron ninguna correlación significativa entre movimientos de los ojos y verbalizaciones, una predicción de la PNL. En un segundo experimento, llegan a la conclusión de que no existe la más mínima evidencia de que pueda predecirse el sistema de representación preferido por un sujeto a partir de la observación de sus gestos y movimientos.

5) Rebirthing o renacimiento. Este sistema está relacionado con el anterior por la importancia que conceden a la respiración. Según sus proponentes, la respiración está íntimamente relacionada con el subconsciente. Por ello, es importantísimo saber respirar (¡cómo si nos tuvieran que enseñar a ello!), y una de las cuestiones en las que se enfatiza es en la realización de ejercicios llamados Respiración Circular Consciente. A través de estos ejercicios se somete a la respiración a un control voluntario, con lo cual se convierte en un puente entre las funciones conscientes e inconscientes de nuestro cuerpo-mente (¿?), pudiendo así solucionar todos nuestros males y tener una vida próspera. Hace tiempo, algunos socios de ARP asistimos a unas charlas informativas de esta terapia en Tenerife. Aparte de lo que se nos contó, hicimos ejercicios de respiración en los que se nos pedía al público que inspirásemos y expirásemos muy rápido y fuerte. Muchas personas reportaron luego sentirse “distintas” y “raras”. Tuvimos que ser nosotros los que explicáramos que eso se debía simplemente a la hiperventilación. O sea, que no sólo no son buenos esos ejercicios sino que pueden ser perjudiciales para la salud.

Aparte de la respiración también trabajan la regresión. Los lectores recordarán el caso acaecido hace unos años de la niña de 10 años que murió asfixiada bajo mantas y que llevó a los tribunales tanto a la madre como a las terapeutas del rebirthing. Intentaban hacerla renacer a través de una regresión cuyo objetivo era llevarla al útero materno. Aparte de que esta terapia cuenta en su haber hasta con asesinatos infantiles, huelga decir que el entramado en el que se sostiene se cae por su propio peso y los problemas son obvios: un cúmulo enorme de despropósitos y postulados sin la más mínima base, e indeterminación en toda la teoría. Por ejemplo, qué es el subconsciente, por qué se relaciona éste con la respiración y cómo, etc.

Una de las características de estas pseudopsicologías es el eclecticismo, es decir, la facilidad para mezclar todo con todo, como ya hemos visto. Normalmente, los grandes maestros de la psicología transaccional también son muy buenos en PNL, en parapsicología, etc. Y el rebirthing no es una excepción. En el mismo seminario se nos habló de cursos de milagros, y de la respiración fuimos pasando a planteamientos religiosos y místicos, así como de libros escritos por Jesucristo reencarnado.

6) Grafología. Muchas personas creen que la técnica mediante la cual puede conocerse la personalidad de una persona a través de su escritura está probada científicamente. Sin embargo, los estudios empíricos realizados son contundentes: no existe ninguna relación sistemática entre escritura y características de personalidad. El estudio de Beyersteins en 1992, por ejemplo, analizó 200 estudios grafológicos, llegando a la conclusión de que la grafología no es válida ni fiable. En otros estudios, se ha pedido a diferentes grafólogos que analicen una misma muestra de personas. Curiosamente, todos llegan a conclusiones distintas sobre las personas estudiadas, como expone Tripician en un artículo reciente del Skeptical Inquirer. Por otro lado, existen muchas escuelas de grafología que hacen predicciones contrarias, y se ha comprobado que la interpretación depende mucho de la persona concreta que la realice.

7) Como último ejemplo de utilización ilegítima de conceptos y términos psicológicos no podemos olvidarnos de la larga lista de supercherías y teorías irracionales sin la más mínima base: astrología, lectura del tarot, brujería, quiromancia, etc. Pueden ser consideradas pseudopsicologías porque todas pretenden ser sistemas de psicodiagnóstico, es decir, tienen la pretensión de poder diagnosticar características de personalidad, temperamento y problemas/patologías. Sus practicantes no dudan en acudir a términos psicológicos para ganar más dinero y aumentar la credibilidad de sus prácticas fraudulentas. Es frecuente escucharles sin el más mínimo pudor que lo que ellos hacen es científico con el fin de investir de cierto rigor y fiabilidad a sus prácticas.

8) Es cierto que existen teorías y terapias de tipo psicológico que no pueden denominarse científicas, como el psicoanálisis. Sin embargo, desde mi punto de vista, sería injusto por diversos motivos meter en el mismo saco a esta orientación y a las anteriormente mencionadas. Primero, el psicoanálisis surge dentro de la tradición médica y de la noción de enfermedad mental del siglo XIX. Tanto su nacimiento como su posterior desarrollo transcurren en paralelo y sin ningún contacto con la evolución de la Psicología resumida en el primer epígrafe. En sentido estricto podría afirmarse que el psicoanálisis no es Psicología. Segundo, las teorías psicoanalíticas fueron inicialmente propuestas por eminentes pensadores con una sólida formación para la época, como el psiquiatra Sigmund Freud. Sus contribuciones e influencia, tales como el concepto del subconsciente, de la represión, del superego, etc. son evidentes en el pensamiento moderno en general. De hecho, la influencia del psicoanálisis ha sido mayor en psiquiatría y en otras disciplinas sociales y humanistas que en la propia Psicología, donde como hemos dicho, nunca ha conformado un paradigma en sentido estricto usando la terminología de Kuhn. Como ya se ha comentado, es una escuela que proviene de la medicina, no de la Psicología. Las orientaciones psicoanalíticas han estado representadas de forma marginal, cuando no ausentes, en la Psicología académica, exceptuando algunos países sobre todo latinoamericanos. En tercer lugar, muchas de sus ideas sobre la sexualidad humana probablemente estaban justificadas en los pacientes que Freud trató (mayoritariamente mujeres adultas en plena época victoriana y puritana) y subyacen a muchos problemas psicopatológicos. Conceptos como el de los mecanismos de defensa, la proyección, la negación de un problema o la importancia relativa de la sexualidad se encuentran frecuentemente en la praxis clínica, aunque los términos y las explicaciones puedan ser diferentes desde una óptica científica. Sin embargo, uno de los errores de Freud fue generalizar sus conclusiones a todo ser humano, además de que la mayor parte de sus interpretaciones de lo consciente con respecto a lo inconsciente son absolutamente discutibles y carecen de constatación empírica. Ningún psicoanalista se ha caracterizado por sus simpatías hacia el método científico.

Es probable que algún colega que trabaje en Psicología clínica o aplicada en general argumentaría que es muy fácil hacer una crítica a aquellas ramas de la Psicología no científicas, como el psicoanálisis, desde una perspectiva académica, desde la investigación de laboratorio. Que tendría que salir a la calle y que no es lo mismo los experimentos sobre microprocesos en contextos controlados realizados por los científicos cognitivos que la vida real y la Psicología aplicada, donde lo importante es que las cosas funcionen y se resuelvan los problemas de las personas. Sin embargo, la historia del conocimiento ha demostrado que el método científico es la mejor forma de avanzar sobre seguro y que ha supuesto el mayor aporte de cosas que funcionan. En este sentido, son muchas las investigaciones sobre la eficacia de los tratamientos psicológicos que ponen en duda el valor terapéutico del psicoanálisis y otras orientaciones no científicas. Entre ellos cabría destacar el amplio estudio llevado a cabo en 1995 y 1996 por la División de Psicología Clínica de la Sociedad Americana de Psicología. En esta investigación se evaluaron un gran número de tratamientos para muchos desórdenes mentales. Las conclusiones de su publicación sobre tratamientos psicológicos empíricamente validados son contundentes: los más efectivos son, sin ningún género de dudas, los conductuales y los cognitivo-conductuales. Es decir, precisamente aquellos que se basan en teorías científicas sobre el comportamiento y que están rutinariamente sometidos a validación empírica. Aún así, el psicoanálisis continúa vigente, siendo la orientación predominante en algunas facultades de Psicología, sobre todo latinoamericanas. Por otro lado, los desvaríos de algunos neo-psicoanalistas como Lacan y su interpretación errónea de conceptos científicos han sido expuestos por Sokal y Bricmont, en su excelente obra Imposturas intelectuales. Pero repito: a pesar de no ser una orientación científica creo que al menos algunas ideas psicoanalíticas no merecen el mismo tratamiento que las terapias alternativas aquí expuestas. Por lo menos habría que considerar al psicoanálisis como una teoría filosófica curiosa y no carente de interés sobre la mente humana, además de reconocer su influencia en el pensamiento moderno en general. Las críticas de la Psicología científica a esta teoría deben encuadrarse en otro contexto distinto de la crítica a las paraciencias. Lo mismo podría decirse de muchas tendencias fenomenológicas y humanistas, algunas emparentadas con el psicoanálisis, las teorías del niño interior, algunas tendencias mínimamente serias del análisis transaccional o las terapias gestálticas. Por cierto, de éstas últimas hay que destacar la nula relación que tienen con la escuela de la Gestalt, desarrollada a principios del siglo XX en Alemania por psicólogos como Wertheimer, Koffka o Köhler, una de las orientaciones explícitamente científicas dentro de la Psicología, y cuyos trabajos sobre la percepción visual o sobre el pensamiento son ineludibles en cualquier libro de texto de Psicología. Entre estos trabajos habría que destacar las investigaciones con primates no humanos de Wolfgang Köhler sobre el insight y la resolución de problemas en chimpancés, realizadas en la primera estación primatológica del mundo en el Puerto de la Cruz (Tenerife) a principios del siglo XX.

Psicología “transpersonal” e hipnosis regresiva

Aunque anteriormente hemos aludido a la psicología transpersonal y a las terapias de regresión, para finalizar nos detendremos un poco más en el empleo de la hipnosis regresiva.

Resulta sumamente peligroso cuando los pseudocientíficos de la mente, estos elementos reaccionarios que reivindican una vuelta al oscurantismo, a la superchería y a la incultura, son psicólogos/as titulados/as. Es obvio que en todas las profesiones hay garbanzos negros, bien sea por oportunismo o por incapacidad. La formación científica no es fácil, y hacer ciencia requiere, aparte de una licenciatura, muchos años de preparación en metodología, matemáticas, diseños de investigación, etc. Es mucho más fácil leerse unos pocos libros de opiniones sin atisbo de crítica sobre hipnosis, poderes paranormales o astrología, como hace la autodenominada psicología transpersonal. Hace poco, uno de estos psicólogos transpersonales, quien además suele salir en programas de asuntos paranormales en televisiones locales, impartió unas conferencias en Santa Cruz y en el Puerto de la Cruz. Uno de los temas que trató fue la regresión hipnótica, según la cual podemos regresar al pasado o…¡a otras vidas! Aparte de engañar al público e ir en contra del código ético del psicólogo (según el cual sólo se aplicarán técnicas empíricamente comprobadas), el conferenciante fue más allá: la regresión hipnótica puede curar o ayudar a curar el cáncer. Afirmaciones como ésta no requieren más comentario sino una actuación judicial. No es ya sólo una cuestión de mantener hipótesis falsas y absurdas, sino de un peligro enorme contra la salud pública. El problema es que la hipnosis es uno de los temas que más mitos, creencias erróneas o leyendas urbanas sobre la mente humana ha generado.

El uso de procedimientos similares a la hipnosis para cambiar el comportamiento se remonta a la más remota antigüedad, y existe evidencia de su uso en el antiguo Egipto, en la Grecia clásica o en la antigua China. El comienzo de la evolución del concepto de hipnosis moderno habría que situarlo en Mesmer, un médico vienés del siglo XVIII y padre del magnetismo animal, quien creía que los trances hipnóticos que observaba en sus pacientes eran debidos al magnetismo irradiado por su persona. Había descubierto, sin saberlo, el poder de la sugestión. En el siglo XIX, la hipnosis sería vista por Charcot (maestro de Freud) como un producto de la enfermedad mental que él llamaba histeria. Posteriormente, la hipnosis sería utilizada por Freud para recuperar experiencias traumáticas, aunque la abandonaría más tarde al descubrir que no era necesaria.

Existe la creencia generalizada de que la hipnosis es algo así como un estado especial de consciencia, diferente al sueño o la vigilia, en el que la persona pierde su voluntad convirtiéndose en una especie de marioneta. Además, se piensa que a través de la hipnosis se puede viajar al pasado y recuperar nítidamente recuerdos ocultos, reprimidos, pudiéndose revivir situaciones pasadas. Ésta es también la visión que de la hipnosis tienen las pseudociencias de la mente. Pero la evidencia aportada por las investigaciones científicas de la hipnosis nos dice que todo esto es sencillamente falso. El llamado trance hipnótico no existe.

Por ejemplo, la Psicología científica ha demostrado que la regresión hipnótica no es real, no existe como tal. La hipnosis es un estado donde personas sugestionables lo son aún más, provocando que el sujeto hipnotizado actúe según sus creencias y aquello que el hipnotizador le dice. Se establece así una situación de role-playing donde cada uno desempeña su papel. Por ejemplo, se sabe que nadie haría cosas bajo hipnosis que no haría en un estado no hipnótico o que no quisiera hacer. En el caso de la regresión, no está viajando literalmente al pasado, sino recreando o imaginando que está allí, porque así le ha sido sugerido por el hipnotizador y porque desea hacerlo.

Como se dijo anteriormente, se ha comprobado de sobra en multitud de experimentos que la hipnosis no incrementa el recuerdo ni su precisión, y que sin embargo, aumenta la posibilidad de generar y recuperar recuerdos falsos. Científicos cognitivos como Loftus o Spanos han demostrado que es relativamente sencillo inducir recuerdos falsos mediante hipnosis (y también sin hipnosis). Éstos y otros investigadores han denunciado y demostrado empíricamente la recuperación mediante hipnosis de recuerdos de rituales satánicos que jamás sucedieron, abusos sexuales que no existieron, abducciones por seres extraterrestres, contactos con fantasmas y espíritus, “visitas” a vidas pasadas, etc. Por tanto, podemos afirmar de acuerdo con la más que amplia bibliografía científica, que la regresión hipnótica no existe, y que el uso de la hipnosis no tiene sentido más allá de su empleo como método de relajación o con el fin de inducir una sugestión que puede ser beneficiosa, como hace minoritariamente la Psicología clínica cognitivo-conductual (aquella que utiliza procedimientos empíricamente validados).

Conclusión

El camino desde el ancestral “estudio del alma” hasta las actuales ciencias de la mente, la conducta y el cerebro ha sido largo, intenso y apasionante. No ha sido una senda fácil. Pero los avances que están teniendo lugar en la actualidad y los que se perciben para un futuro cercano son estimulantes. Por eso, creo que es fácil entender que no podamos permanecer impasibles ante aquellos oscuros personajes que, movidos por intereses de enriquecimiento personal a costa de la salud de los otros, pretenden hacernos retroceder a una nueva edad media de superstición, sinrazón e irracionalidad, desdeñando así la auténtica aventura del conocimiento.

Dr. Carlos J. Álvarez Glez.

Profesor Titular de Psicología Cognitiva

Universidad de La Laguna